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la desaparición de
Ettore Majorana

09 Junio 2023

A Ettore Majorana, físico de la estirpe de Galileo o Newton, siempre se le ha descrito como un rebelde negado a aceptar lo establecido. A pesar de que siempre intentó mantenerse en las sombras, se hizo famoso cuando entró a formar parte del famoso grupo de Enrico Fermi en Roma en la década de 1930, mucho antes de desaparecer misteriosamente en 1938. En la tarde del 27 de marzo de ese año, embarcó en Nápoles en un barco rumbo a Palermo y desapareció. Su cuerpo nunca fue encontrado. Tenía 31 años. ¿Qué le sucedió? Lo único seguro es que él orquestó su desaparición, y confundió deliberadamente su rastro hasta el punto de que, hoy en día, nadie ha logrado resolver el enigma.

85 años después de su desaparición, algunas de sus teorías aún son relevantes. Una de ellas contempla la existencia de un nuevo tipo de partículas, las llamadas partículas de Majorana. ¿Realmente existen? Los físicos todavía no lo saben. Reconocer la existencia de estas partículas podría ayudar a aclarar ciertos misterios del universo, razón por la cual se han convertido en un objetivo crucial en la investigación física. Un caso más difícil de resolver que el teorema de Fermat.

¿A dónde fue Majorana?

Majorana desapareció esa tarde, pero antes redactó dos cartas de despedida, una a un antiguo compañero suyo y otra a su familia. A su familia le decía: “…Si es por seguir la costumbre, póngase alguna señal de luto, pero no más de tres días…”, “… Luego, si pueden, recuérdenme en el corazón y perdónenme…”. No se supo nada más de él. En la memoria colectiva, su desaparición ha eclipsado en gran medida su trabajo como físico. En cambio, si sus ideas fueran confirmadas, podrían proporcionar pistas para identificar la naturaleza de la materia oscura. Poca cosa…

El gran escritor siciliano Leonardo Sciascia estaba convencido de que decidió desaparecer porque presintió que las fuerzas nucleares conducirían a explosivos un millón de veces más poderosos que las bombas convencionales, como las que destruirían Hiroshima y Nagasaki. No obstante, la hipótesis compartida por su familia y otras personas que tuvieron el privilegio de conocerlo es que se retiró a un monasterio tras varias “crisis místicas”. Nadie en la familia de Majorana creyó nunca que fuera un suicidio (retiró sus ahorros del banco una semana antes de su desaparición).

Una explicación intrigante sobre la desaparición fue planteada años después por el físico cuántico ucraniano Oleg Zaslavskii en 2006. En su estudio, Zaslavskii describió la desaparición de Majorana como una especie de “desaparición cuántica”. Según este experto en física gravitacional, el genio físico pudo haber aplicado los principios de la mecánica cuántica a sí mismo, a sus propios átomos. Según la mecánica cuántica, el mundo de las partículas está regido por la incertidumbre y la probabilidad en lugar de por certezas absolutas. De esta manera, la desaparición de Majorana podría haber sido el resultado de su interacción con el mundo cuántico en el que las partículas existen en múltiples estados posibles al mismo tiempo. Como el gato de Schrödinger, quizás está vivo y muerto a la vez.

Tras la desaparición, Enrico Fermi, quien siempre le admiró, le dijo a su esposa: “Ettore era demasiado inteligente. Si ha decidido desaparecer, nadie podrá encontrarlo. Sin embargo, debemos considerar todas las posibilidades”.

Solitario misántropo, discreto, enigmático e inalcanzables

Contrario a lo que se dice, Majorana fue, en sus años de juventud, un individuo muy sociable que, con el tiempo, cambió. Se volvió más introvertido y puede decirse que vivió un drama interno. Aunque intelectualmente estaba lleno de energía, probablemente se consumió por un fuego creativo que le acabó absorbiendo.

Majorana nació en 1906 en Catania, concretamente en Sicilia. En aquel momento, la física experimentaba una revolución. Albert Einstein había publicado su teoría de la relatividad especial y Jean Perrin había demostrado experimentalmente la existencia de los átomos. Para Majorana, todo comenzó en ese contexto, aunque en realidad el punto de partida había sido mucho antes. Nos situamos en la era del positivismo, en una Catania vibrante que estaba adoptando una nueva forma de ver un mundo en constante cambio.

Plaza del Duomo de Catania

En este ambiente nació Majorana. Su madre, una figura dominante y cercana a sus hijos, se ocupaba del hogar, mientras que su padre, Fabio, un brillante ingeniero, construía edificios de gran belleza. Se cuenta que cuando visitantes y familiares llegaban a casa, a menudo pedían al joven Ettore, de tres o cuatro años en ese entonces, que resolviera ecuaciones matemáticas complicadas. Aunque era capaz de hacerlo, solía esconderse debajo de la mesa mientras lo realizaba. Esta anécdota podría ser un mito, pero si es cierta, revela su timidez y su deseo de evitar el centro de atención desde temprana edad.

De hecho, Majorana fue un genio que siempre consideró su propio trabajo como algo del todo banal: una vez que se resolvía un problema, hacía todo lo posible para no dejar rastro de su propia brillantez. Esto se puede observar en las historias del descubrimiento del neutrón y la hipótesis de los neutrinos que llevan su nombre.

A los diez años, Majorana fue enviado a un internado en Roma junto con sus hermanos y primos. Aunque tímido, no era infeliz y mostraba afecto en las cartas que enviaba a su familia. En 1921, sus padres se mudaron a Roma e ingresó al prestigioso Liceo Torquato Tasso. Posteriormente, asistió a la Escuela de Ingeniería de Roma durante dos años y medio antes de unirse al equipo de Enrico Fermi, quien reunía a destacados físicos a su alrededor.

Durante sus estudios de ingeniería, Majorana se interesó por la física. Tuvo la oportunidad de conocer a Fermi en una conferencia y este lo invitó a unirse a su equipo. En su primera reunión, resolvió un problema complicado en matemáticas que Fermi y su equipo habían estado intentando resolver durante días. Sorprendentemente, Majorana regresó al día siguiente con las soluciones escritas en un paquete de cigarrillos. Aunque logró algo asombroso, no reveló cómo lo había hecho, dejando la impresión de que su objetivo era demostrar su habilidad. Así fue como el joven Majorana se unió al equipo de Fermi y comenzó su carrera en la física.

Fermi formó un equipo en el Instituto de Física de la Vía Panisperna en Roma, conocido como “los chicos de Vía Panisperna“. Majorana contribuyó con ideas innovadoras y discutía con el grupo utilizando fórmulas escritas en su paquete de cigarrillos. Aunque no publicaba mucho, dejó miles de páginas de cálculos. Durante esos años, aumentó su reputación, pero su destino le evadió.

Fermi y sus estudiantes (los chicos de Panisperna) en el patio del Instituto de Física en la Vía Panisperna de la Universidad de Roma.

En 1934, Majorana hizo un descubrimiento crucial al identificar que la radiación recientemente descubierta por Irène y Frédéric Joliot-Curie no era luz, como se pensaba, sino neutrones. Esta revelación desafió la visión predominante de los núcleos atómicos compuestos solo por protones y electrones neutros. Majorana propuso que los neutrones también eran partículas elementales y que los núcleos estaban formados por protones y neutrones. Además, desarrolló una teoría innovadora sobre la fuerza nuclear, la interacción que mantiene unidos a los protones y neutrones en el núcleo atómico. Su modelo teórico fue un hito en la física nuclear.

Impacto transformador de Alemania

Fermi estaba tan fascinado con Majorana que le ayudó a acceder al grupo del físico alemán Werner Heisenberg, en Leipzig (Alemania). Se unió al grupo en 1934. Sin embargo, su relación con Heisenberg no se profundizó como esperaba (parecía condenado a la soledad, una característica común entre los genios). Además, tras enfrentar la ascensión del nazismo en Alemania y su preocupación por las leyes antisemitas, regresó a Italia el 5 de agosto, coincidiendo con su cumpleaños número 27, y experimentó un cambio de personalidad. Se volvió más triste y melancólico, se alejó de sus amigos y se retrajo en su vida social. Algunos han especulado que estaba pasando por una fase difícil en su vida.

En realidad, el motivo exacto de este cambio de personalidad sigue siendo desconocido y objeto de especulación. Se han propuesto varias teorías para explicarlo. Una de ellas sugiere que su trabajo en física nuclear y su comprensión de las implicaciones de la bomba atómica pudieron haberle causado un miedo o angustia relacionados con su propia investigación.

Sea como sea, después de su cambio de personalidad, abandonó la investigación científica y dejó de publicar sus trabajos. Su vida posterior sigue siendo un enigma, aunque todos sabemos ya como acabó (bueno, en realidad no), y muchos se preguntan qué habría logrado si hubiera continuado sus investigaciones.

A pesar de sus notables contribuciones, Majorana era un espíritu solitario y sus ideas a menudo no fueron comprendidas por sus contemporáneos. En su corta pero prolífica carrera, produjo trabajos teóricos de gran relevancia en solo nueve páginas, muchos de los cuales pasaron desapercibidos y fueron redescubiertos años después.

Cuando Majorana desapareció, Fermi intentó que Benito Mussolini apoyara la búsqueda. Para justificarlo, aseguró: 

“Hay varias categorías de científicos en el mundo; aquellos de segunda o tercera categoría hacen su mejor esfuerzo, pero nunca llegan muy lejos. Luego está la primera categoría, aquellos que hacen descubrimientos importantes, fundamentales para el progreso científico. Pero luego están los genios, como Galileo y Newton. Majorana era uno de ellos”.

¿Fue Majorana absorbido por un agujero negro teórico o simplemente decidió explorar el universo desde las sombras?

Al fin y al cabo, estar en la sombra es lo que siempre le gustó.

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