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¿Dónde reside la ciencia de las supersticiones?

13 Marzo de 2024

Las supersticiones han tejido su tela de influencia a lo largo de la historia humana, infundiendo temor y cautela en nuestras acciones diarias. Desde el esquivo gato negro hasta la inquietante luna llena, pasando por los espejos rotos y el desafío de cruzar bajo una escalera, estas creencias persisten en nuestra cultura moderna, arraigadas en la tradición y la superstición. Sin embargo, ¿qué hay realmente detrás de estas prácticas aparentemente irracionales?

Gato negro: ¿amuleto de mala suerte?

La mala fama de los gatos negros como heraldos de mala suerte es una herencia directa de la Europa medieval, un tiempo y lugar no precisamente famoso por su amor a la diversidad felina. Allá por aquellos días, tener un gato (y más si era negro) era casi como confesar que tenías un mal hechizo. La gente estaba convencida de que estos mininos no eran más que secuaces peludos de las brujas, como tener casi una pata en el infierno.

Esta paranoia felina alcanzó su punto álgido durante el ‘boom’ de la caza de brujas entre los siglos XV y XVII, con los gatos negros en el papel estelar de villanos. No es raro encontrarles en el mismo fuego que sus supuestas compañeras brujas. Avanzando a nuestros días, y aunque la ciencia asegura que la mística felina se reduce a la nada, los viejos cuentos y supersticiones son difíciles de erradicar, lo que mantiene a estos pobres gatitos en un sitio injusto.

Aunque hoy sabemos que son criaturas tan encantadoras y normales como cualquier otro felino, los mitos alrededor de su pelaje oscuro persisten, lo que nos recuerda que a veces las viejas historias tienen más vidas que los propios gatos.

La Luna Llena: ¿causante de caos?

La conexión entre la luna y los humanos ha sido tema de teorías varias desde que alguien miró hacia arriba y dijo: “eso es enorme y muy blanco y muy brillante y seguro que tiene que tener algo”. Pero, al poner la ciencia bajo el microscopio, parece que la luna llena no tiene más efecto en nosotros que el de un buen espectáculo nocturno. Un estudio publicado en la revista American Journal of Emergency Medicinev, que analizó más de 150 000 registros de urgencias hospitalarias, concluyó que la luna llena es solo otra noche más en el calendario. En resumen, que la noche de luna llena ni te conviertes en hombre lobo ni genera un caos de dimensiones desproporcionadas. Otras investigaciones que intentaron vincular nuestro sueño o ciclos menstruales a las fases lunares también terminaron diciendo: “no hay caso”.

Cuando se trata de la salud mental, como la ansiedad, la ciencia sigue arrojando agua fría sobre nuestras ardientes supersticiones lunares. Un estudio de 2012 publicado en el Journal of Affective Disorders revisó los niveles de ansiedad de más de 1 500 personas y encontró que la luna llena no los hacía más inquietos que en cualquier otra fase lunar.

La persistencia de la creencia en los poderes lunares probablemente se deba a un viejo conocido: el sesgo de confirmación: tendemos a dar importancia a los hechos que apoyan nuestras creencias y a ignorar los que no, lo que mantiene vivas las leyendas lunares.

Espejos rotos: ¿reflejo de mala fortuna?

La superstición de que romper un espejo lleva a 7 años de mala suerte es uno de esos mitos que no pasa de moda, heredado directamente de la antigua Roma. Los romanos tenían la idea de que nuestro reflejo era como visualizar nuestra alma, y que la vida nos reiniciaba cada 7 años. Avanzamos unos cuantos siglos, y el miedo evolucionó: ahora, si rompes un espejo, tu alma supuestamente quedará atrapada entre los escombros espejados durante una temporada de 7 años (por si quieres evitar pasar los próximos años esquivando la mala fortuna, los antiguos recomendaban recoger los fragmentos y lanzarlos a un río o enterrarlos).

Si nos ponemos la lente de la ciencia, romper un espejo no tiene más consecuencias que la tediosa limpieza. Los espejos son solo objetos. Dicho de otro modo, la principal preocupación al romper un espejo debería ser evitar cortarse con los pedazos (y quizás tener que invertir en un nuevo espejo), más que el temor a un futuro lleno de infortunios.

Pasar por debajo de una escalera

Imagínate paseando tranquilamente cuando de pronto, una escalera en tu camino te plantea un dilema: ¿pasar o no pasar por debajo? La decisión puede parecer trivial, pero para muchos, desafiar esta vieja superstición es jugar con la mala suerte. ¿Por qué?

La historia nos lleva de vuelta a los antiguos egipcios, que veían la geometría de una escalera apoyada contra una pared como algo más que algo arquitectónico. La veían como una pirámide miniatura, un símbolo sagrado, y pasar por debajo era sinónimo de maldición. En la Edad Media, la trama se complicó. Aquí, el espacio debajo de la escalera se veía menos como un portal a lo divino y más como un atajo hacia el más allá, lo que les recordaba a todos la sombría guillotina.

Hoy en día, aunque nos gusta pensar que somos más racionales, la idea de esquivar escaleras sigue firme, aunque con un giro más centrado en la seguridad: pasar por debajo de una escalera suele significar que alguien está trabajando arriba con herramientas que no querrías te cayeran en la cabeza. Así pues, la recomendación moderna de no pasar debajo tiene más que ver con no querer un encuentro cercano con una lata de pintura en caída libre.

Cruzar los dedos para atraer la buena suerte

El gesto de cruzar los dedos para invocar la buena suerte es un eco de la antigua Roma, un pequeño acto de magia cotidiana que ha atravesado los siglos. Se pensaba que, al formar este símbolo se creaba un escudo contra la mala vibra y se llamaba a la buena fortuna.

Actualmente, aunque no hay un mecanismo científico comprobado detrás de su supuesto poder, el simple acto de cruzar los dedos puede ser un ancla emocional, que proporciona una sensación de esperanza y control en el caos de la vida diaria.

Abrir un paraguas en el interior: ¿mala fortuna?

La creencia de que abrir un paraguas bajo techo llama a la mala suerte es una de esas supersticiones globales con un toque dramático: desafiar a los dioses y atraer calamidades.

Lo más probable es que este mito tenga raíces más pragmáticas que místicas. Imagina abrir un paraguas en la sala de estar; además de ser un riesgo para lámparas y ojos despistados, es simplemente incómodo. Este consejo de sentido común pudo haber evolucionado a una advertencia de mala suerte, una manera efectiva de mantener a los niños (y a algunos adultos) lejos de causar un caos doméstico con un paraguas.

La superstición, en este caso, parece ser más una lección de sentido común en espacios cerrados que una verdadera maldición que evitar.

Ilusión de control

Os hemos hablado de algunas supersticiones, pero podrían ser muchas más. La ciencia detrás de estas creencias se sumerge en la ilusión de control, un término acuñado por Ellen Langer en 1975, que describe cómo pequeños rituales puede ofrecernos una sensación de dominio sobre el azar, de consuelo psicológico, ante la incertidumbre.

Investigadores como Claude Lévi-Strauss y Ernst Cassirer exploraron la profundidad de los mitos y rituales. Ambos revelaron cómo estos elementos culturales nos ayudan a navegar la complejidad de la vida.

A pesar de que vivimos en una era altamente científica, la persistencia de las supersticiones destaca su papel en satisfacer necesidades psicológicas esenciales, como reducir la ansiedad y fortalecer vínculos comunitarios.

Así, la ciencia detrás de las supersticiones no radica en su capacidad para influir en el mundo exterior, sino en su profundo impacto en la psicología humana y en cómo forjan nuestras interacciones sociales. Las supersticiones, más allá de unir a individuos y comunidades en torno a creencias y prácticas compartidas, nos enseñan sobre la capacidad humana para encontrar orden en el caos. Que no es poco.

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