SCORM está muerto. O eso dicen cada año. Desde 2011.
Lo gracioso es que esa supuesta defunción lleva casi 15 años repitiéndose como una profecía autocumplida que nunca llega. Un clásico del “esta vez sí que sí”. Hasta que pasa y el que lo dijo en 2011 acaba diciendo: “¿lo véis? ¡Tenía razón!”
Todo empezó con un inocente tuit de Philip Hutchison, que comentaba que la ADL (la organización detrás de SCORM) dejaría de desarrollarlo. Desde entonces, cada tanto alguien sale con el titular de que SCORM ha muerto.
(Philip Hutchison, para quienes no lo ubiquen, es un referente en el mundo del e-learning: desarrollador, tecnólogo instruccional y creador del famoso “SCORM API Wrapper”, una librería que ha facilitado durante años la comunicación entre contenidos SCORM y plataformas LMS. Básicamente, si alguien sabe de SCORM, es él.)
Pero… ¿de verdad está muerto SCORM? ¿O simplemente está “pasado de moda” y ya no es tendencia?
SCORM (Sharable Content Object Reference Model) es un conjunto de especificaciones técnicas que permite que los contenidos de formación digital hablen con una plataforma LMS. Es decir, SCORM le dice al sistema cosas como que un alumno o alumna:
Eso se llama trazabilidad de formación online. Y es oro puro cuando hablamos de formación bonificada, informes, auditorías de FUNDAE (Fundación Estatal para la Formación en el Empleo) y todo el papeleo que las empresas adoran.
Pero no. SCORM no está muerto. Se dice que SCORM es anticuado, que depende de Flash, que no se lleva bien con HTML5 o que no puede con los contenidos modernos.
Pero la verdad es que SCORM sigue siendo útil en entornos estructurados, como el corporativo, donde lo que se necesita no es realidad aumentada, sino que el sistema diga: “Este empleado hizo el curso obligatorio de prevención de riesgos y lo aprobó”.
Y eso lo hace bien.
Además, la mayoría de los LMS con trazabilidad FUNDAE siguen aceptando SCORM 1.2 como formato estrella. ¿Por qué? Porque funciona, y porque hay muchísimos contenidos creados en ese estándar que todavía circulan por ahí.
Ahora bien, una cosa es que SCORM funcione, y otra es seguir encadenado a un LMS heredado solo porque “ya está montado”.
Muchos sistemas de formación siguen anclados a plataformas que no se actualizan, que no se integran con nuevas herramientas y que solo ofrecen lo mínimo para cumplir con FUNDAE. Eso incluye informes en PDF, seguimiento básico y una interfaz anticuadita.
Y claro, cuando llega la hora de innovar, es decir, de integrar IA, análisis predictivo, personalización, la plataforma simplemente no da más de sí.
Un campus virtual con IA, en cambio, permite adaptar contenidos al ritmo de cada persona, automatizar la generación de informes y hasta detectar si un alumno está desconectado emocionalmente. SCORM no puede competir con eso, y mucho menos un LMS de hace 15 años.
Buena pregunta. La respuesta corta: miedo.
La larga: miedo, comodidad, y el clásico “si cumple, ¿pa’ qué tocarlo?”.
El control de asistencia FUNDAE, la emisión de certificados y el seguimiento administrativo son requisitos que SCORM sigue cumpliendo. Pero eso no debería ser excusa para no evolucionar. De hecho, los nuevos modelos formativos (más sociales, más interactivos, más vivos) necesitan herramientas más flexibles.
Aquí es donde entran en juego xAPI (o Tin Can API) o сmi5, los llamados sucesores de SCORM. Estos estándares amplían las funciones y la experiencia de los alumnos: permiten rastrear cualquier experiencia de aprendizaje, dentro o fuera del LMS: una app, un vídeo, un foro… todo queda registrado. Es como tener un Google Analytics para la formación.
Ahora bien, ¿ha sustituido a SCORM? No del todo. Muchos LMS aún no integran bien xAPI, especialmente en versiones antiguas como Moodle 3.4. Vamos, que la promesa está ahí, pero el presente aún es mixto.
Una cosa importante: SCORM y xAPI no tienen por qué excluirse. En realidad, pueden convivir perfectamente. Muchos LMS modernos permiten importar contenidos SCORM y también trabajar con xAPI, conectándose a un LRS (Learning Record Store) para almacenar datos más ricos.
Esto permite lo mejor de ambos mundos:
SCORM es una opción eficaz para implementar cursos de e-learning de forma rápida. Sin embargo, es importante tener presente que este estándar presenta ciertas limitaciones, las cuales podrían incrementarse con el tiempo. Aunque resulta útil, su funcionalidad es bastante básica, lo que podría dificultar la integración de contenidos altamente interactivos en el futuro.
SCORM sigue vivito y coleando. Las herramientas de autoría e-learning lo siguen soportando y aún hay ofertas laborales que piden experiencia en SCORM. Y sí, muchos desarrollos multimedia actuales siguen publicándose bajo ese estándar. Según una encuesta realizada por Software Advice, el 62% de los negocios utilizan cursos SCORM para la formación en sus LMS.
Porque sigue siendo útil. Sobre todo para empresas que quieren cumplir con FUNDAE, hacer seguimiento, emitir informes y moverse con seguridad.
Así que no, no se trata de matar a SCORM, pero sí de superarlo sin miedo. Y, sobre todo, se trata de no confundir “funciona” con “es lo mejor que podemos hacer”.
En todo caso, si algo ha quedado claro en estos años es que…