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Realidad virtual en psicoterapia

19 Diciembre de 2023

Ralph Lamson era un hombre con semblante tranquilo. No obstante, ocultaba una inquietud interna, un desafío invisible, pero abrumador, que le hacía temer los rascacielos. Padecía acrofobia. Esta fobia a las alturas era más que un miedo; era una barrera que le impedía disfrutar de ciertos aspectos de la vida, una cadena invisible que lo ataba al suelo, metafórica y literalmente.

Pero Lamson, psicólogo de vocación y profesión, así como luchador nato, no era de los que se rinden fácilmente. Poseía una mente aguda y un espíritu inquisitivo, características que lo impulsaron a buscar una solución no convencional a su problema. Mientras el mundo a su alrededor empezaba a experimentar con las posibilidades de una tecnología emergente, la realidad virtual, él vio en ella una oportunidad, un camino no explorado que podría llevarlo a superar su miedo.

En este viaje que ahora describiremos, Lamson mezcló su lucha personal con un avance tecnológico significativo. Su decisión de explorar la realidad virtual, aún desconocida para él en términos de su potencial terapéutico, marcó el inicio de un cambio no solo en su vida, sino también en el campo de la salud mental.

Una nueva era en psicoterapia

Ralph Lamson decidió convertir su problema personal en una solución innovadora a través de la realidad virtual. Para enfrentar su propia acrofobia, se embarcó en un viaje que lo llevó a ser tanto paciente como terapeuta. Graduado de la Universidad Southern California y miembro del Grupo de Psiquiatría Kaiser Permanente, Lamson comenzó a experimentar con la realidad virtual a principios de la década de 1990 como una herramienta para enfrentar su miedo a las alturas.

Esta iniciativa fue el pistoletazo de salida de la terapia de realidad virtual (TRV), a través de la cual la psicoterapia tradicional aprovecha la realidad virtual para crear entornos seguros y controlados donde los pacientes pueden enfrentarse gradualmente a sus miedos. La experiencia de Lamson, que fusionó su lucha personal con su experiencia profesional, se convirtió en un hito, no solo en su vida, sino en el campo de la salud mental, pues amplió las fronteras de lo que era posible en el tratamiento de trastornos de ansiedad y mucho más allá (trastornos alimentarios, autismo, recuperación de movilidad de miembros, etc.).

Después, todo vino rodado. En un esfuerzo paralelo y complementario, el Dr. Larry Hodges, científico en computación del Instituto Tecnológico de Georgia, y la Dra. Barbara Rothbaum, psicóloga de la Universidad Emory, en cooperación con el Dr. Max North, comenzaron a estudiar también la TRV. Sus investigaciones colectivas se convirtieron en la base de como hoy se conoce este tipo de terapias.

La narrativa de la TRV se expande aún más con el Dr. Skip Rizzo del Institute for Creative Technologies de la Universidad Southern California, quien, con el apoyo del Departamento de Defensa de Estados Unidos, creó un simulador de guerra llamado “El guerrero de espectro completo”. Este simulador, adaptado más tarde para tratar el trastorno de estrés postraumático (TEPT) con financiamiento de la Oficina de Investigación Naval, demostró el amplio alcance de la TRV. Permitía a los pacientes experimentar un campo de batalla sin el riesgo de ensuciar sus botas.

Dr. Albert Skip Rizzo
Un veterano del ejército interactuando con la terapia Bravemind VR. Fuente: (www.vfxvoice.com)

El programa “Irak virtual”, derivado de todos estos esfuerzos, se convirtió en un hito. Con esta herramienta, se normalizó la condición del 70% de los pacientes con TEPT y la TRV se estableció como tratamiento estándar por la Asociación para la Ansiedad y la Depresión de Estados Unidos. Con el uso de un casco de realidad virtual y una plataforma de juego, los pacientes conducen un Humvee (un vehículo militar 4×4) a través de entornos virtuales que replican escenarios de Irak, Afganistán y los Estados Unidos. Esta exposición segura a los contextos traumáticos les permite aprender a manejar y disminuir su ansiedad.

Virtual Iraq / Afghanistan

Manipulación consensuada en un entorno seguro

Poco hay que decir de esta tecnología: utiliza imágenes generadas por computadora que se presentan a través de gafas de realidad virtual. Se caracteriza por entornos en 360 grados, interacción con el mundo virtual y estímulos multisensoriales. ¿Quién hubiera pensado que ponerte unas gafas podría ser el primer paso para sanar nuestra mente?

Esta herramienta, que ya claramente no es solo cosa de gamers y aficionados a la ciencia ficción, ofrece desde la década de 1990 un enfoque fresco y eficaz en psicoterapia. Las mismas gafas para jugar te llevan a un mundo donde, en lugar de ganar puntos, los pacientes ganan en salud. Estos pueden enfrentar el miedo, esa emoción tan básica del ser humano, sin el riesgo de ser comido, por ejemplo, por un tiburón real. O pueden enfrentar el miedo a ahogarse en el mar sin mojarse. En otras palabras, el mundo virtual permite enfrentar el miedo y trabajar en los traumas en un entorno controlado.

La TRV permite la creación de entornos simulados específicos, como un avión para alguien con miedo a volar (aterrizar en un sofá es siempre más seguro), o una multitud para alguien que sufre de ansiedad social. Estos escenarios, aunque virtuales, provocan respuestas reales, lo que permite a los terapeutas trabajar de forma efectiva con sus pacientes, muchas veces en combinación con técnicas cognitivas tradicionales.

Defector. juego de realidad virtual

Personalización del tratamiento

Lo que hace única a la RV en la terapia es su capacidad para personalizar el tratamiento. Cada sesión puede ser adaptada específicamente a las necesidades y al progreso del paciente. Esta personalización no solo hace que el tratamiento sea más efectivo, sino también más atractivo, lo que aumenta su motivación y participación en el proceso terapéutico.

En el caso de Ralph Lamson, el tratamiento clásico de su miedo a las alturas se basaría en ponerle en situaciones levemente críticas para él, como por ejemplo en un balcón, en un ascensor de cristal, sobre un puente, escalando el Everest con pantuflas, etc. La altura se va variando en función de su aceptación de la situación. Esta aceptación requiere la monitorización continua de las constantes vitales: pulso, tensión, sudoración, respiración, etc.

Cosas por hacer

Uno de los grandes dolores de cabeza para que la TRV se generalice es que no hay un manual de instrucciones único, es decir, la falta de estandarización. Cada sistema y software de realidad virtual es diferente. Si bien la mayoría de estos programas son fáciles de usar, cuando se trata de ajustar los escenarios virtuales a la medida de cada paciente, suelen muy poca flexibilidad para la personalización de los escenarios.

Además, montar el tinglado de la TRV no es moco de pavo: entre los aparatos de monitorización, el equipo médico y el personal, parece que uno está armando una pequeña misión espacial cada vez que se mueves a un nuevo lugar para las pruebas. Y si encima pones al paciente en una situación virtual demasiado intensa, podría darse alguna situación peligrosa. Por otro lado, en un lugar público siempre pueden ocurrir situaciones externas a la prueba que no sean controlables y que puedan alterar la metodología de la terapia preparada por el psicólogo.

La TRV sin un estándar unificado es complicada y confusa. Esto, sumado al alto costo de la investigación, que limita la capacidad de muchos investigadores y clínicos para desarrollar y expandir nuevas aplicaciones terapéuticas. Además, hay que tener en cuenta cuestiones éticas y de seguridad, además de que se sabe que algunos usuarios han experimentado efectos secundarios tales como mareos (a los que se denomina ya cibermareos o cibermolestias). En resumen, para que la TRV sea efectiva y segura, habrá que poner orden en todos los sentidos.

La historia de Ralph Lamson en la TRV, enriquecida ahora por los avances en inteligencia artificial, nos mueve a mirar más allá de los límites convencionales. Una reciente investigación en Translational Psychiatry, que destaca un asistente virtual para tratar la ansiedad y la depresión, es un claro ejemplo de cómo estas tecnologías pueden abrir un mundo de posibilidades terapéuticas. Todo, sin dejar de reconocer que cada avance viene con su set de retos. La adopción, la integración ética y la accesibilidad son aspectos cruciales a considerar. No obstante, a pesar de estos desafíos, el potencial para transformar positivamente la psicoterapia y mejorar vidas es, sin duda, prometedor.

La próxima vez que te pongas unas gafas de realidad virtual, recuerda que podrían ser más que un juguete. Podrían ser la clave para volar alto y sin miedo, aunque tus pies sigan en el suelo.

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Defector. Juego de realidad Virtual